
No soy la gota perdida en la tormenta acumulada
Del cielo cómplice de mi vida
No soy la brisa que acaricia mi destino
Ante las precipitaciones
Del diluvio pregonero
De los versos enjutados en mis venas,
Torcidas por el camino laberinto de mis nervios
No soy la luz que penetra
En las placenteras mañanas de primavera
Y desfilan minúsculas caricias
Al horizonte locuaz de tu cama
No quiero ser todo,
Simplemente al que amas
Por este camino estrecho de la vida
Aún después de nuestra partida al sosiego silencio eterno
Solo quiero acariciar el sol
Con el gesto más sublime y tierno
Del recién nacido
En el lecho acogedor de tu vientre
aapayés